Estar
de parto o estar siendo para ser- Tatiana Oroño
Estar de parto es la expresión completa que ofrece la lengua y el
poeta abrevia porque todos entendemos. Pero el uso de la frase apocopada hoy y
aquí, puesto que se trata nada menos que del título de la exposición, exige
devolverla un momento a su plena expresión verbal porque allí hay algo que se
vincula fuerte e íntimamente a la metáfora de vida que la obra expuesta de Martha Langona
trasunta. Estar de parto es perífrasis
nominal que denota estado, es decir, duración de una acción compleja o de una
constelación de acciones que rodean a la principal implicándola, sustentándola,
haciéndola posible. Estar de parto no es, o no es exactamente, parir. Al menos
no es mirada la acción de dar a luz como un acto puntual, sino como un acto con
prólogos y efectos, como cortejo de acciones y trabajos alrededor del hecho de
dar vida. Estar de parto significa estar siendo para ser y para el ser. Nombra la encrucijada
biológica en la cual ser para los otros implica estar siendo para sí. Equivale
a intensificación del ser y del estar, comunión o comunicación, mismidad y
otredad. Y algo de eso, creo no equivocarme, es lo que significa vivir y ser
artista para Martha Langona ..
Alrededor
nuestro tenemos 6 “Partidas” (óleos y cerámicas), 6 “Gestaciones” cerámicas, 7
“Tensiones” en carbonilla. Nos rodea el fruto de diversas técnicas de trabajo:
el dibujo, la pintura, el modelado. Nos rodea un juego de alusiones a los
procesos que eslabonan la vida, las vidas. Vidas que parten y se parten, vidas
que gestan y se gestan, vidas en tensión, tensiones de la vida.
La voz “parto”, asimismo, es sustantivo y también es
verbo conjugado. Si alude en esta muestra fuertemente al alumbramiento, como en
las carbonillas, a la parición del hijo/a que aparece (a la aparición de ese
otro gestado en las penumbras del útero, del deseo y de las incertidumbres),
también “dice” así sea en voz más baja, o sotto
voce, “parto”: “dejo de estar aquí, emprendo viaje, me
despido, me desprendo”.
Es de imaginar que la polisemia del vocablo haya
fecundado esta creación multípara que nos es ofrecida en un registro envolvente
de paleta ceñida y austeramente lírica. Martha trabaja con poco color, sus
óleos aparecen en gral diluidos con aguarrás, aligerados. De ellos ella dice “A veces pinto con un trapo”. (También de
Hemingway se dijo, Gelman lo dijo, que “escribía
con la goma de borrar”.) Sus murales cerámicos han sido trabajados con
delicado celo desde la preparación de la arcilla que como una alquimista ella
misma elabora combinando tres ingredientes distintos. Colando luego, y
amasando, hasta lograr su cerámica de coloración y textura homogéneas. Tersa
como la piel y de una tonalidad desnuda que evoca la luz de la corteza del pan.
Sobre sus planchas, en base al dibujo previo, incide con gubias y cuchillitos,
esgrafía, esculpe relieves en ritmos equilibrados. Las superficies
afiligranadas por la minuciosa dedicación que se exige en lo pequeño (tras la
cocción trabaja en el bruñido o pulido de sus piezas con un repujador) también se “defienden” visualmente a la
distancia donde hendiduras y huecos juegan como sombras.
Tal
vez y es casi mi última conjetura a propósito de esta obra, de aquella
polisemia o “aleteo” lingüístico de la palabra “parto”, provenga este girar de
las series en torno a dos polos sólo metafóricamente homologables, tan
distantes entre sí en lo pragmático, como son el proceso biológico de gestar,
parir y maternar por un lado, y el de la frondosa dinámica portuaria, trasiego
mercantil, por otro. Y sin embargo...
Sin
embargo hay un punto de confluencia simbólica al que aludí antes: todo parto
susurrará un “parto”, un “me desprendo”, un “sigo viaje”. Por algo las madres
lloramos porque sí tras los nacimientos. (Como en las despedidas, antes casi
siempre en los muelles, se lagrimeaba.) Lloramos, decía, porque sí. Me corrijo:
no, porque sí, no. Porque se partió la unidad. Porque al
parir se parte. Madre que pare duplica el ser, lo multiplica. Viajero que parte
duplica el estar al estar en tránsito. En esos casos toda multiplicación supone
un corte.
Eso
es lo aludido como inminente, acaso temido, en las carbonillas donde las
escenas “umbilicales” se sitúan en el umbral del corte del cordón.
Cercenamiento inevitable. Y vital. Algo se parte, se hiende, se fisura para dar
paso a la expansión del ser y del estar. Tal como en las superficies
construidas por Martha
Langona , en las cuales cortes y secciones auguran una
reconfiguración lineal, cromática, artística
(Montevideo,17 de octubre de 2007 .- La
Colmena.- “De Parto)”
SERIE “DE PARTO”
GESTACIONES I I
SERIE “DE PARTO”
GESTACIONES III
TÍTULO: “RASTRO”
TÉCNICA: mural de cerámica sobre madera
TÍTULO: “SOY”
TÉCNICA: mural de cerámica sobre madera
TÍTULO: “GENEALOGÍA”
TÉCNICA: mural de cerámica sobre madera
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